Siempre que hay que empezar unas
nuevas prácticas clínicas, el día previo tengo un nudo en el estómago. No es muy intenso. Es una
mezcla entre ansiedad por aprender y el miedo que tengo a fallar. Y esta vez,
con estas prácticas, era imposible quitarme ese nudo. El miedo estaba
multiplicado por diez, las ganas de aprender casi se veían eclipsadas por ese
pánico que sentía. Era irremediable, al día siguiente iba a empezar en
Urgencias en el Hospital Fundación Alcorcón.
URGENCIAS. Como paciente estas
nueve letras suponen una solución más o menos rápida para un problema de salud
o quizás refleja un lugar en el que no quisiéramos estar por lo que significa. Como
enfermera supone una gran capacidad de rápida actuación en su práctica diaria,
un turno de doce horas seguidas. Como alumna de enfermería constituye para mí
un nuevo mundo de prácticas completamente diferente a los que ya he estado. En
el resto de las prácticas he visto siempre el más allá de las urgencias, es
decir, he atendido gente que indudablemente ha pasado por esta unidad antes de
venir a la que yo estaba.
Pero ahí se acaban los
parecidos. Cuando llegué a la unidad parecía reinar una calma que, por
supuesto, me engañó por completo. En cuanto me acompañé a una enfermera y empecé
a tratar pacientes, me di cuenta de que eso era un caos, bastante organizado
sí, pero un caos para mi mente acostumbrada a las estancias hospitalarias.
Lo que más me impresionó (y lo
más lógico por otra parte) fue que no paraban de entrar nuevos pacientes. Evidentemente
es la urgencia, y es eso lo que ha de pasar. Pero para mí era demasiado extraño
y difícil acostumbrarme a la afluencia de la gente. Pacientes nuevos, a los que
hay que realizarle una nueva valoración completa, con nueva ubicación. También pacientes
que de repente, se hacían numerosas pruebas en otras unidades, lo reubicaban y
no volvías a verlos.
Para estar siempre alerta en
estas situaciones necesitas ser una enfermera realmente ordenada y organizada. Tienes
que actualizar a cada segundo tu memoria para saber qué pacientes llevas, que
padecen y que necesitan y que pacientes se han ido y que deberías saber sobre
ellos para contarles a tus compañeros. No hay tiempo disponible para estudiarte
sus historias clínicas. Debes ser una enfermera con los conocimientos
suficientes para interrelacionar rápidamente los antecedentes personales de cada
paciente con su situación actual. Es casi imposible pararse a consultar dudas,
aunque siempre dispones de la ayuda de las demás compañeras.
Así, después de un día de ver un
desfile, en apariencia interminable, de pacientes que entraban y salían o se
movían de sitio, acabé dándome cuenta de que estaba cansada. Y un cansancio más
mental que de otro tipo. No estaba preparada para una unidad tan diferente, no
contaba con los recursos aprendidos necesarios para organizarme correctamente. Confié
más en mi memoria y en una serie de escuetos apuntes por paciente, lo cual me
había bastado en otras unidades pero que en esta se quedaba obsoleto. Esto me
supuso un exceso de esfuerzo mental que podía haber dedicado a aprender más y a
estar más atenta ante la aparición de patologías y técnicas que nunca hubiera
visto.
Este descuido por mi parte el
primer día, al menos me ayudará a estar más pendiente los próximos días y no
cometer el mismo error. Intentaré disfrutar más de estas prácticas sin perderme
entre tantas idas y venidas de los pacientes, aprender de cada uno sea cual sea el tiempo que pase en la urgencia.
Describes muy bien como se siente una enfermera cuando por primera vez trabaja en un servicio de urgencias, y reconoces que tienes que aprender a organizar tu trabajo de una forma distinta cambiando algunas prioridades. Enhorabuena es un buen comienzo, seguro que en unos días lo vas a conseguir
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